A propósito del teatro para niños
Me da miedo sonar “ligeramente” cursi si hablo desde mi ser completito, carne, huesos, entrañas y corazón, pero he decidido correr el riesgo. El teatro para jóvenes audiencias, niños, niñas y adolescentes me dio una certeza de vida… estoy segura que no es nada nuevo para ustedes, todos ustedes que saben que seguir haciendo teatro es seguir viviendo.
El teatro para niños en particular, nos exige tener una postura clara sobre nuestro discurso, nos exige crear experiencias significativas que lleven a construir universos de preguntas y no universos de respuestas. Eso, construye preguntas y nuevas formas de preguntarse la realidad y no pretende decir verdades absolutas jamás o cuándo menos no debería, porque es la infancia el momento de vida que nos permite dudar, investigar, querer saber y en ese sentido no deberíamos traicionar a nuestros espectadores, porque seguir pretendiendo que el escenario es un espacio para dictar conductas morales, es un absurdo que debemos poco a poco erradicar de los espacios de teatro para niños y jóvenes, porque quizás en el DF es distinto pero en muchos de nuestros Estados hacer teatro para las jóvenes audiencias significa para muchos dar clases de ecología, moral y buenas costumbres. Y los creadores comprometidos debemos luchar contra eso, entender desde nosotros mismos para luego replicar hacia la sociedad y las instituciones que nosotros no somos ni maestros, ni padres de familia, somos creadores de experiencias significativas que por cierto siempre tendrán que estar del lado de los niños y niñas aún que esto conlleve muchas veces la incomodidad de los padres y maestros ( en una ocasión fui como espectadora a una obra para niños , en la historia se narraba la muerte de un niño como castigo por no comer, cuando eso sucedía en el escenario escuché a una mamá que le decía a su hijo, ya viste lo que va a pasar si no me obedeces) de eso, para mi punto de vista es de lo que hay que salir huyendo, el teatro no puede ser una herramienta de represión y amenaza. No estoy segura si ese niño alguna vez en su vida desearía regresar al teatro.
Esa incomodidad de padres o maestros es también parte de un proceso porque invariablemente todos los que hacemos teatro para niños y jóvenes, sabemos que no trabajamos solo para ellos, trabajamos para toda la familia, pero aún así la construcción del espectáculo debe tener como eje el respeto a quienes son nuestros principales receptores los niños y niñas o en su caso los adolescentes.
Las niñas, los niños y los jóvenes son presente.
Uno de los factores mas importantes tiene que ver con el reconocimiento de que los niños y jóvenes son presente, no son solo futuro, no son el futuro del país, no son el futuro de las familias, no son el futuro de la sociedad, son el presente del país, el presente de las familias y el presente de la sociedad, son su propio presente y en ese sentido tienen derechos que hay que respetar, como el de tener acceso a experiencias culturales como el teatro y por supuesto de la mejor calidad, cuidando los procesos de producción, siendo arriesgados en los discursos, buscando trabajar con los mejores para lograr lo mejor. A los niños y las niñas el mejor teatro. A los jóvenes el mejor teatro.
En este sentido es importante resaltar que en México junto a la dramaturgia internacional existen grandes dramaturgos, responsables de una revolución creativa, que han decidido desde hace varios años correr riesgos en cuanto a los temas a tratar, al ser presente los niños, niñas y adolescentes viven situaciones complejas en todos los niveles de su vida cotidiana, es ilógico pensar que no se dan cuenta de lo que pasa a su alrededor y más aún pensar que no tienen una postura al respecto mi reflexión tiene que ver con cómo hemos vivido el proceso de romper tabúes. Poco a poco hemos dejado de tener miedo a tratar temas fundamentales, como la violencia, el duelo, la guerra, el abuso, etc.
Otro aspecto que hay que revisar es desde que concepto de infancia o juventud estamos creando las propuestas, María Beatriz Medina en su libro de investigación “Giros y reveses, representaciones de la infancia a través de la historia” nos invita a que dejemos de pensar en la infancia “como un estado idílico, una imagen depurada y abstracta que invita a la ternura “ y también dejemos de pensar en los jóvenes como el peligro del presente y la esperanza del futuro y busquemos que nuestros procesos creativos respondan a una especialización en el estudio de nuestros espectadores porque eso nos dará herramientas para crear desde un espacio de claridad y búsqueda generada por las necesidades de nuestra comunidad.
Los niños descubren territorios vírgenes por la pura y simple razón de que no están cartografiados para ellos, no están en su mapa todavía. Una y otra vez están ante posibilidades inimaginables, ante traumas, amores, esperanzas… y tristezas. Pero siguen adelante: son los héroes de su mundo. Y no es un mundo seguro, o fácil, o emocionalmente esterilizado, pero es por esto precisamente que sus aventuras pueden ser grandiosas.