HAGAMOS EL AMOR
Ya he hablado de la facilidad para reproducir la foto. También lo he hecho de lo agradecidos que deberíamos sentirnos los fotógrafos de hoy en día puesto que el internet, y en específico las redes sociales, nos ayudan a divulgar nuestro trabajo. En otra columna mencioné la facilidad con la que pueden menospreciar una foto, de la importancia de hacer foto y no solo de capturar, y por supuesto también de la necesidad de otorgar un título para encaminar la lectura de la misma.
Esta vez hablaré del problema acerca del concepto competencia. He estado en ciertos foros de fotografía desde hace algunos años. He hecho aportes (importantes o simples, fantásticos o cotidianos) una y otra vez. Me he empeñado en resolver dudas de quienes las publican y por supuesto he pedido ayuda en repetidas ocasiones para despejar cuestiones que tengo acerca del equipo, toma de fotografía, pensamiento y producto final.
Pensé que el mundo en el que vivo, como muchos otros fotógrafos, era un tanto más evolucionado, pero no. Me doy cuenta simplemente que existe un sinfín de gente que prefiere llevarse créditos, jugar a la estrella de Hollywood, pertenecer a las altas esferas y olvidar por completo la esencia de algo como la fotografía. Para los que se les olvidó es la siguiente: COMUNICAR. Hagan lo que hagan con fotografía, y bien hecha (que por tanto debería imprimirse o mostrarse a cierto público), están comunicando algo, en todo momento y con cada captura, sea cual sea su público.
Por el contrario me he encontrado con una competencia sin ton ni son, que no sirve absolutamente para nada. Donde es más fácil intrigar que apoyar, sabiendo que los colectivos en otras partes del mundo reciben mucho más dinero que un fotógrafo solo (si es lo que les importa), porque no solo se dedican a vender, sino a comunicar algo que determinado cliente pide. Un poco peor el caso de la fotografía por gusto, que muchos dicen hacer, pero pocos practican: donde he podido observar que si no me pagan no tiene caso, que si no me aplauden para que realizarla. Es lamentable la situación internacional/mundial en la que nos hemos capitalizado hasta el calzón, lo sé, pero de la misma manera, y siendo comunicadores visuales (en parte empíricos, en parte estudiados), deberíamos entender que no todo es dinero, y que somos los encargados de portar una visión diferente de la sociedad… de cada sociedad… de nuestra sociedad… al resto del mundo porque finalmente para eso se hizo el internet y las redes sociales: para conectar al mundo y comunicar, así como la fotografía aunque en menor medida.
Si bien podríamos competir sanamente preferimos entrar en combate cerrado donde la carnicería resulta ser inminente, lo disfrutamos y está en nuestra sangre, eso también lo sé, pero del mismo modo no resulta nada placentero leer, escuchar, observar y entender el trabajo de quien dice ser sensible, algo que resulta primordial para una práctica fotográfica, y que finalmente no lo lleva a la práctica porque prefiere ser más, a sangre (en sentido figurado), que otros, en lugar de crear retos propios que nos motiven a seguir adelante. Lector, si hablo en personal es porque en uno u otro momento lo hice, pero también entendí que no es riguroso hacer menos a los demás, mucho menos hacer alardes, y por mucho menos pensar que estamos encima de otros.
Si crees que la fotografía no necesita sensibilidad, no necesita práctica y dedicación, crees que solo debe ser cobrada por el simple hecho de hacerla, ignora mis líneas. Tu estás en el porcentaje más alto de quien dice entender la fotografía y hacerla, cuando lo único que haces es cambiar la espada y la pistola por una cámara para lastimar a otros que hacen lo mismo que tú.